Me digan las probabilidades

Por supuesto que no creo en la numerología. Pero hay algunas casualidades en mis códigos postales más recientes. En los EE.UU. hay cinco números en los códigos postales (ZIP codes), y los números 0, 2, 5, y 8 son en el código postal de mi casa actual y de mi última.

Además, me gustaría vivir en Madrid, y todos los códigos postales allá comienza con 280, porque en España la Comunidad de Madrid se le asignó esos primeros dos por orden alfabético de las provincias, y la ciudad de Madrid recibió el 0 para ser su capital. Hay sesenta y tres códigos postales en esa ciudad, y doce tiene el número 5, siguiendo el patrón de 0, 2, 5, y 8 en mío.

Esta mañana inspeccioné todos los códigos postales de mi vida. Hay dieciocho direcciones donde viví al menos un año, y nueve más donde alojé más de dos semanas, donde recibí o podría haber recibido el correo. Los códigos postales en ¡todos veintisiete tiene el número 0 o 1! Quizás no es tan raro, porque la mayoría de mi vida he vivido en dos estados: Nueva York y Pennsylvania. Los códigos postales en los dos empieza con 1. Además, vivía dos años en Massachusetts y me alojaba un verano en Rhode Island, donde empiezan con 0.

Pero he vivido y me he quedo alrededor del país, en cinco más estados, en cuatro zonas temporales, durante veintiséis años en muchos más lugares. Todos tiene 0 y/o 1 en el código postal. Y la ciudad donde creo que es más probable que me mueva a continuación, en un país completamente diferente con otro sistema del correo, ¡seguiría esto! De hecho, continuaría el patrón aún más fuerte de 0, 2, 8, y tal vez incluso 5.

¿Cuáles son las probabilidades?

No soy súper nada

En el día cuando caminé del Albergue de Peregrinos de Briallos al Convento de Herbón, cuatro jovenes de Málaga me acompañaron. He perdido mis apuntes en una hoja de papel, porque tenía en la mano debajo de mi poncho. Iba a regresar cuando me encontré con ellos, a los que había visto por primera vez en mi primer albergue en Vigo.

El camino de ese día fue largo, pero fue parecía más corto con estos compañeros agradables. No había desayunado, así que Carlos me dio una empanada de atún. Uno de los Miguel necesitaba loción corporal, así que le di la mía. (El Camino proporciona.) Caminaban a mi paso, descansamos en momentos adecuados. Hablamos de trabajo y de dinero y de la vida, de frases españoles, como hay menos españoles en el Camino que de otros países. Hablamos de las cosas que nos recuerdan a nuestra infancia — ellos sentían curiosidad por Pop-Tarts, yo les pregunté de Cola-Cao y marcas del helado.

No me acordaba, pero anteriormente en un albergue, quizás en Pontevedra, había dicho que no tengo móvil. Por eso, me dijeron durante nuestra paseo que me habían regalado el apodo de súper peregrino.

Tuve que reírme. No soy súper nada. En el Camino de Santiago llevaba una tableta. Cierto, no tenía un plan de datos, y a menudo el Wi-Fi en los albergues no funcionó para mí. Por esa razón, tuve apuntes en una hoja de papel.

Ahora esa hoja está dispersa entre otras hojas, como nosotros peregrinos, dispersos en todas direcciones.

Cuántas veces y aun así

A bordo del vuelo nocturno anteayer, estaba sentado al lado de una pareja joven de unos veinte años. Habían venido a Las Vegas para ver a la banda Dead & Company en The Sphere.

Me gustan los fans del Grateful Dead. Tienden a ser amables and relajados, así como abiertos a nuevas experiencias. Les gustan compartir y aprender de los demás. Son sinceros y comparten un interés común.

Hablamos de The Sphere, The Dead, y la diferencia entre lugares para vivir y para visitar. Aprendí que este viaje de ida y vuelta fue su primero en avión. El joven me preguntó cuántas veces había estado en un avión.

¿Cuántas veces? No tengo ni idea. Este año ya han sido ocho veces — desde Las Vegas a Pittsburgh, a Toronto en el camino a Madrid, a Lisboa, desde Santiago a Madrid, luego a Dulles en el camino a Las Vegas, y de regreso a Pittsburgh. Docenas de veces. ¿Doscientos? No sé.

Aun así disfruto mirando por la ventana y la sensación de mi espalda presionando contra el asiento cuando despegamos.

El hogar que nunca fue

Volver a casa en Pittsburgh después de un vuelo nocturno es como un sueño en un película de Disney. Esta mañana un poco antes del amanecer caminaba del último parada del autobús hacia el antiguo hogar. El cielo se estaba volviendo rosado. El aire se llenó con el canto de los pájaros. Un par de conejitos corretearon enfrente de mi, entonces otro. Un pajarito, el más pequeño que he visto afuera de un nido, saltó un poco a mi lado.

La temperatura era perfecta para caminar. El olor de la primavera, de la vida, estaba por todas partes. Mi piel se relajó por la humedad. Mis pies pisan la acera y el barro, llevándome hacia adelante.

Y ahí está. El césped es demasiado largo, pero por lo demás todo se ve muy bien. Y todo es muy bien. He vivido en muchos lugares y ahora estoy viviendo en otro lugar. Toda mi vida adulta, no ha habido ningún lugar al que definitivamente llamaría mi hogar, me he movido tanto. Pero esta es la casa donde viví más tiempo. Si no es el hogar, sigue siendo el más familiar y cómodo.

de la tierra al cielo

Eché de menos el eclipse total de hoy. Había hecho planes para verlo en Dallas, pero durante la última semana todos los pronósticos del tiempo dijeron que habría nubes en el cielo. Además, había una posibilidad de tormentas eléctricas o incluso un tornado después, y tuve un vuelo esta noche para Pittsburgh. Canceló mis boletos anoche.

En cambio, lo vi aquí en Nevada. Pues, vi solo un eclipse parcial. La primera vez miré un eclipse de sol parcial, fui un estudiante en Berkeley. Había astrónomos y voluntarios en las colinas por encima de la ciudad y miramos por los telescopios. Pero lo más interesante fue cuando mi exnovia (mi novia en esa época) señalo en el suelo. Las imágenes del sol entre las hojas de los arboles no fueron redondas, ¡sino crecientes! La sorpresa para mí en ese día existe en la tierra, no en el cielo.

La segunda vez miré un parcial, fui un profesor en Carnegie Mellon. No recuerdo mucho, principalmente estaba enfocando en las reacciones de mis hijos. Todavía tengo un par de lentes oscuros para ver el sol. Creo que en ese año, decidí agregar “ver un eclipse total” a mi lista de deseos. Ojalá pudiera viajar a ver el total en 2017, pero tuve responsabilidades de trabajo. Siempre trabajé en el verano, con poco tiempo para disfrutar de vida. Incluso en vacaciones, siempre necesitaba revisar el correo electrónico.

La tercera vez fue hoy. En realidad, el cielo en Dallas resultó estar despejado durante el momento de totalidad. Me puse a tierra por demasiado miedo. Pero está bien, no me molesta mucho. Esto me da más tiempo para celebrar dos cumpleaños aquí, para hacer la maleta para un viaje a Iberia, y para hacer los impuestos.

Ya me prometí ver el eclipse total en 2026 y/o 2027. En 2026 la sombra de la Luna se caerá sobre Islandia y España, y en 2026 sobre España y Egipto (y otros lugares). Razón de más para estar viviendo en España para entonces.

mi globo ha reventado

Nuestro gobierno está roto. Por eso, ya no estoy conduciendo a través el país el próximo mes.

Durante este viaje, tuve planes para explorar cuevas en Kentucky, reunirse a mis amigos en Tennessee, acampar en Alabama y Arkansas (dos estados que no he visitado), ver la fiesta de globos en Nuevo México durante el eclipse solar anular, y muchas otras cosas.

Pero los Republicanos (pues, una minoría de ellos) preferían cerrar el gobierno para que se cumplan sus demandas. Es una locura, solo teatro político.