Alrededor de nuestro barrio en Pittsburgh hay construcción. Al otro lado de la calle de la biblioteca local, el suelo es plano detrás de una valla. La escuela ha sido arrasada y la piscina también. Por eso, la puente sobre las vías del tren, entre el parque a un lado, y la piscina y la biblioteca a otro lado, está cerrado. Ayer caminé por Penn Avenue para mi reunión de español. Desde han aparecido varias tiendas nuevas. En el sitio donde había un supermercado (Shakespeare Giant Eagle) y un gran estacionamiento, ahora hay construcción para un supermercado más grande (Giant Eagle Market District) y mucho más tiendas, incluso un Shake Shack. Un poco más lejos, ya he escrito sobre Forbes Avenue en Squirrel Hill.
Este nivel de construcción, sin embargo, no compara con el en mi nueva ciudad de Henderson. Si estoy fuera por unos meses, hay muchas nuevas estructuras: de hecho, demasiadas. Hay nuevas urbanizaciones enteras con casas, muros, calles, semáforos. Un mes veo topadoras en el suelo, el próximo veo un esqueleto de metal, después un almacén para Amazon. A ambos lados de una carretera, el suelo se aplana y los edificios se levantan.
La diferencia principal no es el nivel de construcción. Después de todo, la construcción es parte de la vida de una ciudad. A lo mejor es, para mí, la diferencia entre el crecimiento y el cambio. El crecimiento sí es emocionante, como el periodo de la adolescencia. Pero no se puede crecer sin fin. Si no hay fin, es un cáncer. Una ciudad madura tiene construcciones y también destrucciones. Se necesita las dos en un ser maduro, como la aspiración y la espiración. ¡No se puede solo aspirar!
En Pittsburgh, las nuevas estructuras reemplazan las viejas, llenando los vacíos. En Henderson, las estructuras reemplazan la naturaleza, bloqueando las vistas. La ciudad arrancó el césped. En nuestro parque más cercano, ahora mismo la ciudad está arrancando los árboles (afortunadamente en este caso reemplazamos con otros más resistente a la sequía).
Por supuesto, todas las ciudades jovenes tengo que crecer. Pero tiene que haber un final. En Henderson, no veo el final o, pues, un buen final. La clima es seca, el suelo es estéril, la temperatura es alta y está subiendo, pero todavía la naturaleza se convierte en ciudad. Para mí es una locura.